Para una madre de Estados Unidos de 41 años de edad, con un estricto régimen anticonceptivo, las probabilidades de quedar embarazada una vez más eran prácticamente inexistentes por lo que ya se imaginarán su cara de sorpresa al despertarse a la mitad de una noche de junio sintiendo contracciones.
Kelly Yakich, de Michigan, dijo que quedó “en un tremendo shock” cuando un ultrasonido reveló que tenía un bebé en su interior, creciendo “detrás de sus costillas” en vez de su espalda. Los agudos dolores que comenzaran en su espalda se trasladaron a la parte delantera de su cuerpo y luego vino el sangrado. Poco después, fue internada y dio a luz a su cuarto hijo.
Yakich no se había quejado de ningún síntoma de embarazo durante los nueve meses previos al nacimiento del pequeño Gunnar. De la misma forma que explicó su caso a los canales de noticias de su país fascinados con su increíble historia, no había tenido náuseas, ni calambres ni antojos. Ni siquiera se percató que le había crecido el vientre, informó la televisora CBS Philly en un video de YouTube.
Sin embargo, la prueba de su gestación se encontraba en sus brazos. Pesando alrededor de 2.8 kilogramos, el robusto Gunnar se encontraba en perfecto estado de salud y demostraba que no se trataba de un engaño, que muchos relacionaron a los embarazos de mujeres con obesidad que a menudo se saltan estos síntomas.
Pero en el caso de Yakich este era la segunda vez que tenía una sorpresa de esta magnitud y la respuesta es igual de fascinante. De acuerdo a la Dra. Mary Jane Minkin, una obstetra y ginecóloga consultada por el portal Insider, el cuerpo de cada mujer es diferente y puede resultar en algunos milagros inesperados como el de la protagonista de esta historia.
Para empezar, Yakich tomaba una píldora anticonceptiva conocida como Depo-Provera, que al ser administrada cada tres meses al paciente, a veces daba como resultado que a la mujer no le llegue su periodo, por lo que al no tener uno hasta el nacimiento del pequeño Gunnar podría atribuirse como un efecto secundario.
Muchas mujeres también tienen embarazos en los que no se presentan los típicos síntomas como naúseas o antojos. Si bien tienden a ser mostrados frecuentemente en las películas y en la televisión, la mayoría de mujeres dejan de sentir estas afecciones después de las 12 semanas de gestación.
Otro dato que vale la pena mencionar es que Yakich es una ocupada madre de tres niños y es fácil ver cómo la fatiga y los mínimos cambios en su estado de salud pudieran haber sido atribuidos a esta causa. Si bien todas estas preguntas tenían una respuesta, el misterio más grande seguía siendo cómo pudo ser capaz de evitar sufrir cambios en su apariencia.
Incluso para las gestantes con vientres pequeños, el estiramiento gradual del útero con cada embarazo se nota mucho más que el anterior pero según los doctores de la protagonista de esta increíble historia, tanto Gunnar como su hijo anterior –un niño de 5 años llamado Beau– el haber crecido en una posición única marcó la diferencia.