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POR VERÓNICA KLINGENBERGER - Periodista - @vklingenberger
El entusiasmo por el cambio de año y esa saludable costumbre del borrón y cuenta nueva duró poco. Los incendios de Australia y los ataques entre los loquitos que gobiernan Irán y Estados Unidos mancharon ya, e irremediablemente, las primeras páginas del apenas estrenado cuaderno 2020.
En esta orilla del mundo, el panorama tampoco pinta muy prometedor. Vamos en piloto automático hacia la incertidumbre: nos preparamos para las elecciones congresales (en apenas 17 días tendremos que votar) y la terrible realidad es que la gran mayoría no sabemos aún por quién hacerlo ni cómo evitar que el Parlamento vuelva a ser secuestrado por delincuentes e impresentables.
Preocupa, entre otras cosas, que el 84% de candidatos no tenga ninguna experiencia en cargos de elección popular (y me temo que el 16% restante lo conforman personas como Mauricio Mulder o Rosa Bartra) y que el tedio y el hartazgo del elector promedio se traduzcan ahora en un 34% que votaría en blanco o viciado. ¿En quién confiar? ¿Qué lista se salva?
La última encuesta de Ipsos coloca a Acción Popular arriba con 11%, a Fuerza Popular en segundo lugar con 8% y al Partido Morado y Alianza Para el Progreso de César Acuña en tercer lugar, ambos con 4%. Solo los dos primeros puestos se traducen así:
La lampa ha apostado por renovarse completamente. Todos sus candidatos son militantes del partido (no hay invitados) a los que nadie conoce. Dos abogadas encabezan la lista, Mónica Saavedra y Leslye Lazo, esposa del actual alcalde de San Martín de Porres, Julio Chávez. El número 3 es para Walter Rivera, quien es regidor de Ate-Vitarte. La naranja la encabeza Martha Chávez, a quien le siguen Diethell Columbus, Valeria Valer, Ricardo Vásquez Kunze, Carlos Mesía y Víctor Paredes. Además, seis miembros del Parlamento disuelto quieren regresar.
No me he propuesto deprimir al lector pero la realidad es que el sistema es un laberinto que parece imposible de descifrar. De hecho, la gran reforma política propuesta por Vizcarra solo podrá llevarse a cabo si las bancadas del nuevo Congreso coinciden en modificar el artículo 4 de la Ley Orgánica de Elecciones, que impide que se cambien las normas electorales un año antes de elecciones. Si al nuevo presidente del Perú lo elegiremos el 11 de abril del 2021, entonces el Congreso tiene como deadline la segunda semana de abril. Si votamos a fin de mes, los resultados los tendremos en febrero y recién a mediados de marzo existirá mesa directiva y comisiones constituidas en este próximo Congreso. Por lo tanto es muy probable que todo esto se dilate seis años más y sigamos buscando el bolo de la suerte en un ánfora repleta de candidatos sentenciados por delitos comunes, partidos débiles y oportunistas, todos nuevamente inmunes una vez electos.
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