POR VERÓNICA KLINGENBERGER - Periodista - @vklingenberger
¿Sabías que ningún tenista nacido en los años 90 ha ganado alguna vez un Grand Slam? El menor de todos los campeones vigentes es Marin Cilic quien en tan solo 16 días cumplirá 31. Los demás ya los conoces: Roger Federer (38 años), Stan Wawrinka (34), Rafael Nadal (33), Andy Murray (32, recuperándose de una operación en la cadera), Novak Djokovic (32) y Juan Martín del Potro (30, a punto de cumplir 31 el 23 de este mes). Juntos suman 62 títulos desde que en el 2003 Roger Federer ganara en Londres su primer Grand Slam, en la Centre Court de Wimbledon.
Los veinteañeros llegan a las finales pero no las ganan. Todo sabemos lo que hizo Medvedev el domingo pasado frente a Nadal. Fue impresionante ver a ese chico de 23 años jugar como un palitroque a punto de desarmarse que era capaz de llegar a todo, hacer correr a Nadal como pocas veces lo hemos visto, y colocar la pelota en lugares imposibles. Pero lo realmente increíble fue ver a Nadal remontar ese partido luego de caer en el tercer y cuarto set y correr detrás de cada pelota durante casi cinco horas con 33 años encima y todas las lesiones que podamos imaginar (rodillas, tendones, tobillos, abdomen...). Cuando llegas a ser así de grande eso es lo que se espera de ti. Esa es la cruz de los mejores.
¿Se puede hablar una generación perdida del tenis? El caso es extraño porque en la historia del tenis la juventud siempre ha sido un componente importante a la hora de recolectar trofeos. Se necesita tener velocidad, fuerza y mucho físico para triunfar en una final. Además de una psicología de acero y un nivel de concentración extenuante. Los jugadores jóvenes han dominado durante décadas sobre todo tipo de terreno. Entre el 55 y el 66, y de manera consecutiva, todos los títulos se los llevaron tenistas menores de 30 años. En la era moderna el camino fue más o menos el mismo, aún cuando grandes como el abuelo Rod Laver, o héroes más recientes, como Sampras o Agassi, siguieran levantando trofeos en sus 30. Hasta que llegó Federer. Y después de él, Nadal, Djokovic y Murray, jóvenes que empezaron a brillar en los cuatro torneos de tenis más importantes del mundo desde temprana edad. Solo Federer ganó 16 Grand Slams antes de cumplir los 30. Cuando ganó en el 2003 estaba recién por cumplir los 22 años.
Pero quizá la responsabilidad no la tenga tanto la generación de los que nacieron en los 90. Quizá todo se trate de una maravillosa coincidencia: tres deportistas excepcionales que pudieron enfrentarse decenas de veces y cuya competencia terminó por elevarlos a niveles inalcanzables. Lo que es seguro es que al menos por unos años más, esta constelación de estrellas seguirá brillando como ninguna otra lo hizo antes. Y difícil imaginar la llegada de otra que la supere en intensidad.
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