Jorge Sánchez Herrera – Nómena Arquitectura
Arquitecto/Urbanista
Debo confesar que fui bastante escéptico con la nueva gestión municipal de Miraflores, pues con sus aciertos y errores, Jorge Muñoz había hecho cosas interesantes en el distrito, y el nuevo alcalde venía respaldado por un partido poco acostumbrado a continuar proyectos y políticas de otras autoridades. Sin embargo, con algunas acciones están demostrando que es capaz de continuar lo bueno y también de corregir lo mejorable.
Hace algunas semanas, por ejemplo, puso en marcha el primer sistema público de bicicletas City Bike, propuesto por Muñoz como una alternativa de movilidad más que interesante, con la que ya cuentan las principales ciudades del mundo.
Y hace solo unos días publicó una ordenanza con la que modifica dos parámetros que, desde esta columna, he criticado: los altos requisitos de estacionamientos y de áreas mínimas de departamentos. En Miraflores han reducido ambos y, si bien seguimos lejos de estándares del primer mundo, eso constituye un paso importante hacia la construcción de una ciudad del siglo XXI.
Estos son pasos que ya había comenzado a dar el ex alcalde de San Isidro, Manuel Velarde, junto a su joven equipo de desarrollo urbano. Algunos meses antes de terminar su mandato, Velarde publicó una ordenanza (474-MSI) en la que consolidaba en un solo documento las decenas de ordenanzas urbanas que el distrito solía tener, además de incluir muchos parámetros de vanguardia, como el permitir departamentos desde 45 m2 y establecer requisitos máximos de estacionamientos en algunas zonas.
Lamentablemente, la entrante gestión de San Isidro acaba de suspender la mentada ordenanza por 120 días. ¿Las razones? Entre otras, precisamente, evaluar los “riesgos” que implica construir vivienda de 45 m2 en la “calidad residencial” de algunas zonas del distrito. Vale decir que estas áreas (que son incluso mayores que los 36 m2 que priman en las principales capitales del mundo) estaban permitidas en las zonas cercanas al centro financiero del distrito, justamente para promover que más personas vivan cerca a su centro de trabajo y también para revitalizar un área que, fuera de horario de oficinas, está privada de actividad alguna.
El mismo día, San Isidro anulaba el acuerdo del concejo mediante el cual se adjudicaba la concesión de bicicletas públicas en el distrito por encontrar “vicios insubsanables”. Un sistema que también había sido propuesto por la gestión anterior.
Espero que todas las actuales gestiones municipales entiendan, al fin, que tienen el enorme poder de orientar la inversión privada para desarrollar una ciudad que desincentive el uso del auto; además de ser más densa, compacta y, sobre todo, accesible para vivir, pues al permitir departamentos más pequeños y reducir el gasto innecesario en sótanos de estacionamientos, el precio final de la vivienda bajará considerablemente.
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